martes, 26 de enero de 2010

Inspiración lessingiana










¿Qué confusas sensaciones se esconden en nuestro alma?
¿Qué grandes escritores pueden encontrarlas?
¿Qué poemas, qué novelas pueden albergarlas?
¿Qué cigarro oscuro me ayudará a contarlas?
Intelijencia dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo y mío de las cosas*.



* Es un verso de Juan Ramón Jiménez.

viernes, 22 de enero de 2010

Manía de indolente








Toda la fama de los poetas se resume
en unas flores en la memoria de las tumbas.
Yo las visito como espíritu viviente
y dejo un poco de tierra.

Es una tierna lumbre que dejan
a veces tienes que bañarte en el mar
para poder verlas. Se pueden profanar
pasando páginas.

Alguna rellena un vacío inexistente
que sólo poseía poesía para recoger
tiempo perdido de amor y de injusticia.
Las de artistas inermes que vivían a
vida o muerte son las más escondidas
tan recónditas, invisibles que
hay que esforzarse para encontrarlas
y una vez que las has visto, siempre vuelves
a ponerles agua.

El amore, el amore...





Como si fuera un juego
quiero empezar a terminar un cuento:
Qué me dejes vivir un sueño.

No sé quién lo dijo:
Lo que termina y no empieza
ni era de verdad ni tenía belleza.

Y le doy gracias al cielo y a Dios,
aunque me cae bien a ratos,
por hacerme este favor
de enseñarme a conocerte.
Por tu culpa, a ser mejor.

Solo me río contigo
yo quiero estar contigo,
eres tú el que corres por mi boca
cuando bebo sola.


Te dibujaría un árbol en la espalda
para que crezca cuando duermes
y sueñes que me siento en la cama
para soplar las hojas de tus brazos
que adoro.

Yo quiero comerme hasta las flores,
hasta la última gota de sus mieles
rojas quiero beberme.

¿Pararán los trenes de los suicidas?









¿Pararán los trenes de los suicidas
O dejarán que la vida siga su curso?

¿Girarán sus cabezas atrás
Los maquinistas
Intentando rescatar un pedazo
De lo que fue?

¿Tendrán un momento para pensar
Si tuvieron tiempo para frenar
O arrastrarán la culpa involuntaria
Por los siglos?

Como la conciencia de la muerte
Fue un hito para mí
Cada alma de maquinista
Se lleva un pedazo del alma suicida.

Y la vida sigue,
Como si nada.

sábado, 16 de enero de 2010

Otro







Partitura espacial en la estación desamor

Ese rubio de cara pálida me robó el alma una noche de clara luna
En un banco junto al río,
En un balancín de inocente sensualidad.
Cada lugar fue la nota de color de nuestra canción
Aunque casi no supimos tocarla.
Los lugares más propicios para los amantes
Son los metros de madrugada.
Qué mal estuve cuando se me escapó el último.
Ahora me dedico a llenar ceniceros y páginas.
Si es que puedo.
Cada bocado de la noche es un tren que pierdo de tu boca.
Y cuando mis pasos se te acercan es demasiado tarde.
Tarde para volver a revivir segundas partes.
Y pronto para saber si estaremos dispuestos a ser los mismos ahora.
Atada de pies y manos, amordazada y con estopas en el alma
Salgo a buscarte como loca.
¿y qué hallo?
Carreteras secundarias.





Sin título



Cómo romper tu hielo
Tan profundo que apenas puedo escarbar
con mis quebradizas uñas.

Me limito a sorber las pequeñas virutas de agua
que se escapan
entre mis manos.

Nunca un nombre tan vulgar
Tuvo tanto significado
En el medio de mi centro.

Cada palabra tuya va deshaciendo
Las tiznas que consigo alcanzar
Con mi torpe lengua.

Y mis pasos siguen tu sombra
Como sereno en la noche
De m
i alma vagabunda.




A vosotros





Para Vanesa y Saúl, ellos saben por qué

Oh amigo, mi siempre gran amigo,
Qué lejos te veo
Desde aquí, lejos.
Eres una muesca grabada a hierro en mi corazón cuando me pierdo.
Una leve inclinación de tu barbilla hacia mi espalda.
Tan sólo esa mirada cínica sobre mis palabras.
No busquéis, amigo, más motivos.





A mi padre








 



Pasan los años y la vida que no tuviste
Pasa en mí. Te veo en mis ojos, padre,
En la chispa de su luz,
En el brillo de la sonrisa que me encargaste repetir.

Te eché a un lado y te llevo dentro,
O es al revés, ya no me acuerdo.

Hoy he pensando que iré a visitarte. Quiero ir a verte sola
Como cuando me aupabas al llegar o si me quedaba dormida
Como y donde no debía.
Y me enseñaste a estudiar y a ser mejor
A ser un buen trabajador. Lo que me pregunto, padre,
Y si te hubieras atrevido a dejarme libre, veo que
Sí, padre, más que los vivos
Que me retienen aquí a la fuerza.

De qué sirve hacerse preguntas
Que no puedes responder, padre, si vives
Bajo tierra. Cómo sería mi vida en tu presencia
Es anatema, vives en mí.





viernes, 15 de enero de 2010

Tenía tantas ganas de estar aquí...





Que no puedo dejar de escribir ahora. Os presento otra de mis geniales ideas, dedicada a mis colegas David e Isabel, bloguero frustado uno y recalcitrante la otra. Ellos saben por qué:


El monstruo urbano anda suelto

Su cuerpo lleno de cicatrices se hizo duro
con cada extracción, transplante y costura consiguiente.
Sus formas eran las de un hombre fantástico y verde
que apenas sentía.
Sus lamentos parecían una ópera alucinada
escrita en un albarán de sentimientos.
Quitaba y ponía lo que le faltaba.
Llevaba las cuentas de las veces que le llamaban.
Y como no eran muchas se quedaba
solo
en la caja de su casa.
Cuando venían a verle sacaba sus garras
por si le arrancaban sonrisas
sin darse cuenta del engaño de esta puta vida alegre.
Era bello en su monstruosidad tierna
como una ballena perdida
que sabe que la van a matar.
Era
lo normal.






Mírala cara a cara que es la primera






He decidido desde este mismo momento que lo que deseo es que la gente me lea, que por esto se escribe en Internet, y lo demás son milongas. He pensado, quizá demasiado, cómo empezar este blog y lo mejor sin duda será ser directa y franca. No sabía muy bien por dónde empezar así que sin más os remito a una de mis poesías, fue una de las primeras, aunque apenas llevo unos años escribiendo. He de confesar también que la idea de este poema me la inspiró un antiguo noviete de la adolescencia que quizá me quiso demasiado y, queriendo tanto, decirme que nadie iba a vivir la vida por mí, intentando ser generoso me insufló este revulsivo vital que sigue así:

 A Salvador Arroyo


Puede uno vender su alma.
Uno puede equivocarse al depositar su confianza.
Puede uno esconderse y llevar encima conflictos pendientes,
ocultar crímenes y confesar bondades,
tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol,
cambiar el mundo, poner una vela, hacer milagros.
Recorrer todo el orbe, negar la mano al hermano
y no haber amado.
Vivir la vida de otro, nadie puede.